sábado, 14 de marzo de 2020

Historias mínimas del fin del mundo: La ciudad y el gato

Es de tarde. El sol muere en un cielo bajo y el gato blanco asomado en la ventana mira a los ajetreados humanos que suben y bajan por la calle. Algunos lucen barbijos y todos caminan acarreando bolsas y paquetes y evitando miradas y roces accidentales.

Lentamente oscurece el cielo y las inútiles luces artificiales de los teatros y los cafés se desparraman mientras la luna empieza a subir en el cielo y el gato sigue en la ventana, como un antiguo rey egipcio de piedra del desierto.

Los humanos escasean y los pocos que quedan rezagados, van a la carrera con sus bolsas rellenas de provisiones y absurdos objetos. Y entonces empiezan a salir las criaturas. Más allá de la maldición de las interminables noticias que anuncian el fin del mundo, se acerca la hora de la furia y el vino.

Salen de las esquinas de los callejones sin luz, de los zaguanes de los abandonados palacios centenarios, de las escaleras bajo las cúpulas destartaladas de cobre y piedra. Salen entre los hierros de Liverpool de los trenes que llegaron cruzando el océano, brotan entre las estatuas de los jardines escondidos y de las plazas que se desvanecen encerradas entre rejas.

Y el gato ya no está en la ventana.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, me retrotae a antiguas historias de vampiros y fantasmas....

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  2. Y dices que todo está escrito? Que quieres decir algo y te encuentras con que ya alguien lo escribió y lo hizo mejor que lo que tú puedes hacerlo? Loquilla!

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