lunes, 23 de marzo de 2020

Historias mínimas del fin del mundo: Pesadilla medieval

Minúsculo, recóndito. Invisible, redondo. Me espera atrás de los besos, de los abrazos, de las manos entrelazadas.

Astronauta en las calles fantasmas, recorro dos cuadras desiertas con el alcohol en gel y los guantes de látex en las manos, preparada para disparar ante un estornudo.

Ciudad distópica como una pesadilla medieval: guarda en sus calles un mínimo no-ser que espera el momento del roce para atacar en silencio.

Llega el otoño y el sol brilla en el cielo más que nunca.


sábado, 14 de marzo de 2020

Historias mínimas del fin del mundo: La ciudad y el gato

Es de tarde. El sol muere en un cielo bajo y el gato blanco asomado en la ventana mira a los ajetreados humanos que suben y bajan por la calle. Algunos lucen barbijos y todos caminan acarreando bolsas y paquetes y evitando miradas y roces accidentales.

Lentamente oscurece el cielo y las inútiles luces artificiales de los teatros y los cafés se desparraman mientras la luna empieza a subir en el cielo y el gato sigue en la ventana, como un antiguo rey egipcio de piedra del desierto.

Los humanos escasean y los pocos que quedan rezagados, van a la carrera con sus bolsas rellenas de provisiones y absurdos objetos. Y entonces empiezan a salir las criaturas. Más allá de la maldición de las interminables noticias que anuncian el fin del mundo, se acerca la hora de la furia y el vino.

Salen de las esquinas de los callejones sin luz, de los zaguanes de los abandonados palacios centenarios, de las escaleras bajo las cúpulas destartaladas de cobre y piedra. Salen entre los hierros de Liverpool de los trenes que llegaron cruzando el océano, brotan entre las estatuas de los jardines escondidos y de las plazas que se desvanecen encerradas entre rejas.

Y el gato ya no está en la ventana.

viernes, 16 de marzo de 2018

Retazo


Esta mariposa multicolor de particular aleteo es una de mis favoritas. De retazos innumerables está hecho el inmenso cobertor que da calidez a mis noches más heladas.

Cada uno tiene su nombre: cayenas en la ventana de Ramo Verde, la ardiente arena de Anare, piedras abajo de las aguas claras de los ríos del Ávila, el sabor de un mango de cualquier calle caraqueña, una dorada y humeante medialuna porteña.

Dice la infaltable Real Academia Española que son “pedazos de cualquier cosa”. Y sí, son miles de “cualquier cosa” unidas por el azar de la memoria.

Así como desde los albores de la humanidad nos cubrimos la piel de las inclemencias del clima con retazos unidos al amor de las agujas, también el alma se calienta con los retazos de recuerdos que componen su particular y mínima historia.




viernes, 9 de marzo de 2018

Ojalá


"Ojalá se te acabe la mirada constante
la palabra precisa, la sonrisa perfecta"

Hace muchísimo tiempo quedé cautivada por la magia de la canción de Silvio “Ojalá”. Los acordes de la guitarra junto a la poesía de la letra me hacían soñar con mundos que ni siquiera se asomaban en el horizonte.

Poco o mucho tiempo después, depende del reloj con el que lo mida, esa misma canción adquirió otro significado, entre el dolor de querer a alguien que se escapa y la tonta ilusión quebrada de que las cosas permanecerían para siempre.     

“Ojalá que la luna pueda salir sin ti”

Y sin embargo, a pesar de las ausencias, la luna sigue saliendo. Aunque "Ojalá" permanece en mi mente, resonando con acordes de trova y con el aroma de las almendras amargas de los amores contrariados, el tiempo sigue pasando sin concesiones.

Así lo entendían los árabes, de donde proviene la palabra ojalá. Su significado, “si Dios quisiera”. Pues así vamos caminando en este valle de lágrimas, expuestos a lo que el destino, el hado o Dios quiera hacer con nuestras frágiles vidas. 




miércoles, 7 de marzo de 2018

Espejismo

Esta mariposa de alas plateadas tiene su origen en la palabra latina “speculum”, espejo. Ese pulido objeto cotidiano que está en cualquier lado. Espejos en el baño, espejos en las escaleras, espejos en los ascensores. Tan cotidianos que ni se les presta atención.

Me pasa muchas veces que me veo en el espejo y descubro que no se quién es la persona que está del otro lado de la brillante superficie. Sonríe si yo sonrío y alza las manos si yo las alzo. ¿Pero soy yo? ¿O es mi propio espejismo el que me devuelve la mirada en una absurda paradoja?

Hurgando en el diccionario de la Real Academia Española, me dice que un espejismo es una  “ilusión óptica debida a la reflexión total de la luz cuando atraviesa capas de aire de densidad distinta, lo cual hace que los objetos lejanos den una imagen más cercana e invertida”.

Así que lo que está muy lejos, lo vemos cerca y además, al revés. Con explicación científica incluida, que habla de densidades y demás, pero que no refleja cuántos espejismos somos capaces de seguir a lo largo de la vida. Ni tampoco dice nada sobre la sensación de tener algo tan próximo, tan próximo, que cuando casi lo rozas con la punta de los dedos, se desvanece… como un espejismo.

lunes, 5 de marzo de 2018

Efímero


Es efímero lo que dura un día. Nostálgica es esta mariposa, cuya breve vida transcurre entre apenas un par de cientos de aleteos y al anochecer se desvanece tal como si nunca hubiese existido.

Los antiguos griegos usaron el término para designar lo que dura durante “la luz de un día”. Y hasta nuestros tiempos, lo usamos para designar algo que dura muy poco. Tal cual la vida.

Cuando cierro los ojos y hurgo en mi memoria, los recuerdos acuden entre los hilos de un sueño. Tan sutiles y tan breves, que los años se convierten en aleteos que susurran y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. Tan increíblemente sutiles que ni siquiera logro discernir qué tan reales son.

Precisamente en esa búsqueda de correr en contra de lo efímero de nuestro tiempo, la humanidad ha intentado desde sus albores perdurar más allá de los días que le toca vivir. Algunos lograron huellas que nos hablan de sus vidas a través de las brumas de los tiempos, vidas tan parecidas a las nuestras que asombra asomarse a ellas a través de la distancia de milenios. 

Tal como nuestros desconocidos antepasados dejaron sus marcas en piedras y cuevas milenarias, así hoy en día la humanidad sigue marcando sus efímeras improntas, soñando en que alguna mirada se asombrará ante ellas desde el improbable futuro que se abalanza sobre el tiempo.
 

miércoles, 21 de febrero de 2018

Aciago



¿Será esta mariposa la indicada para inaugurar estas breves líneas? No lo sé, pero allá voy. Mi oscura mariposa de hoy aparece en el español antiguo desde los tiempos en que Miguel de Cervantes, allá en su lejana celda, redactaba las desventuras del Quijote de la Mancha.

Aciago fue para Sancho Panza el día que Don Quijote decidió partir. Pero lo que para uno es aciago, quizás para otro es venturoso y feliz, así de dispares y múltiples son los caminos de hombres y mujeres en este mundo.

Para mi es aciago febrero. Febrero me suena a despedidas, a lágrimas amargas y salobres, a viajes sin retorno. Febrero de mis desventuras, aciago febrero. Un día de febrero fue el más aciago de mis días. Sin embargo, y contra todo pronóstico, he sobrevivido a diez aciagos febreros.

Aquí estoy, desde esta orilla, con mi mariposa que hoy tiene un triste brillo. No olvido el amargo y aciago febrero, pero su sabor se tiñe y transforma con rayos de sol, saladas olas de mar y helados vientos de río.

Febrero 2018