viernes, 17 de febrero de 2017

De globos y cielos

Un día de febrero Ariel tenia un globo de colores en la mano. Sin previo aviso, lo soltó y el globo salió volando por los aires hasta convertirse en una manchita lejana en el cielo despejado. Él miró a su globo irse entre las pocas nubes de ese día y lloró amargamente. Intenté razonar con él "¿para qué lo soltaste, si después ibas a llorar?"

 Sin darnos cuenta y sin saber, unas pocas horas más tarde tuvimos que soltar algo muchísimo más amado que un simple globo, sin más opción que ver cómo se alejaba del mundo terreno. Pues así como el globo, encontramos en el camino de este mundo de la ilusión, a seres luminosos y livianos que nos acompañan un rato pero están destinados a otros cielos y parten prematuramente.

 Podemos sacar cuentas y protestar, dedicarnos a la resignación y a la aceptación, enojarnos y en el medio de un acceso de rebeldía inútil, "escupir al cielo", diría mi abuelita... y nada de eso cambiará lo transitorio de este mundo. Y nada tampoco impedirá que al final, todos los globos intenten volar a cielos más amables.

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