miércoles, 12 de octubre de 2011

De locura y otros límites

Hace un tiempo, salí de una estación de metro. Era temprano para llegar al sitio donde iba y tenía en la cartera a “El Idiota”, así que decidí sentarme en un banco a la salida para leer quizás, un capítulo. Pasaron los minutos y las palabras en total abstracción del bullicio de la calle. Pero, en un momento determinado, un timbre en el subconsciente me avisó del cese del ruido de fondo, así que levanté los ojos del libro, y ¡oh sorpresa!

Una inmensa mujer, desnuda totalmente, se acercaba directamente hacia mi. Por supuesto, todos los transeúntes de alrededor la habían visto, excepto yo, por obra y gracia de Dostoievski. Ya no hay salida, pensé. Si a esta mujer le da por darme una trompada me manda, en el mejor de los casos, directo al hospital.

Así que tragué grueso y la miré de frente a ver que era lo que era, pues. En ese momento, ella también me miró, y de una vez pude ver que no me iba a hacer nada. Algún rastro de humanidad quedaba en el fondo de sus ojos grandes y tristes. Se siguió acercando y me extendió la mano. Me dije: “bienvenidos los virus” y le di mi mano. Ella la tomó, le estampó un beso, me soltó, se volteó y siguió caminando por el borde de la acera, ante los ojos asombrados de las personas que paraban los carros para ver el insólito espectáculo.

Yo me pregunto, ¿qué delicado hilo secreto se habría quebrado dentro de la cabeza de esa mujer? Tanto así, que caminaba por las calles, despojada de sus ropas, ajena a toda vergüenza de mostrarse tal como dios la trajo al mundo, cuando constantemente la normalidad y la cordura nos llaman a cubrirnos, de ropas, de modales, de actitudes, de ocultamientos.

Pero también me pregunto, en este incesante caminar por el delgado límite que une la cordura de la locura, ¿cuánto no hay de limítrofe en esta necesidad aturdidora de escribir? También yo me desnudo ante quienes se toman el trabajo de leerme, porque cada línea, cada palabra, cada letra que escribo es una pieza de ropa que voy soltando en un inusual y extraño juego de prendas. Y además, ¿quieren los demás vernos tal cuál somos? ¿O es preferible guardar escondida la llave de nuestro cuarto más oscuro?

5 comentarios:

  1. Es escribir un strip tease, o mas bien un juego de mascaras y espejos?

    Interesante la mezcla de espanhol sofisticado ("delicado hilo secreto", "inusual y extranho juego de prendas") y venezolanismos puros ("se volteo", "tanto asi que"). Que dira eso de ti, de mi?

    Un doce de octubre escribes, dia del nacimiento de esa raza -contradictoria- nuestra, que siempre camina al borde de otros mundos...

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  3. querida amiga jazmín si escribir es desnudarse es realmente lento pues en tus escritos se puede ver que cada palabra fue pensada y repensada una y otra vez. si tal vez la sociedad nos obliga a tener cierto comportamiento pero si todos de pronto dijéramos lo que somos otros nos aceptarían o seria simplemente que se aprovecharían de la verdad desnuda que mostramos de nosotros mismos o quizás no nos aceptarían otros por ser radicalmente diferente de ellos tal vez seria como en la novela de kafka nos encerrarían y esconderían como un terrible secreto de familia sin poder mostrar lo bueno que tenemos para dar .

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  4. Eso solo puede ocurrir en nuestra querida y maltratada Caracas...

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  5. Muy interesante, me llama la atenciòn el paralelismo del inconsciente constante de la cordura y la locura, el caminar desnudo, despojado de toda prenda es un pecado mal visto para este hominido sofisticado, devenido en humano.
    Lo que nota abiertamente el escrito ante mi, una lectora es que bien podría ser un sueño y aun así la aceptacion, la locura y la desnudez estarìan tabicados por nuestros filtros morales.
    no me anda la tilde...
    Muy de dialogo interior.

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